Valadrem

«Parecen fuegos de artificio»

27 de septiembre de 2017

Firefox ha muerto, hasta nunca Firefox

Una de las primerísimas entradas que escribí en una de las anteriores vidas de este blog, allá por 2005, fue para hablar de Firefox. Llevaba unos meses usando el entonces nuevo navegador, desde antes del lanzamiento de Firefox 1.0 y, como muchos otros por aquel entonces, estaba absolutamente encantado con él. Ahora lo damos por sentado, pero cuando muchos descubrimos la navegación por pestañas, no podíamos creer que hubiéramos podido vivir sin ese invento hasta entonces. Y aunque hoy resulte ridículo, todo lo que representaba Firefox tuvo una consecuencia inesperada: miles de "evangelistas" en cada esquina de Internet hablando de lo maravilloso que era el nuevo navegador.


Lo cierto es que este amor hacia Firefox no venía solo de las pestañas. Firefox supuso un cambio radical respecto a lo que existía hasta entonces al dar una prioridad absoluta a la libertad del usuario. Y la mayor expresión de esta libertad eran las extensiones. Las extensiones de Firefox podían hacer cualquier cosa, desde añadir nuevas funciones al navegador hasta modificar completamente la interfaz del programa. Desde comprobar la ortografía de lo que escribías hasta descargar todas las imágenes de una galería con un solo clic. Aunque el concepto de "libertad" no era extraño en el software libre, el modo en el que Firefox lo implementó sí fue una gran novedad. Añadir una barra de herramientas nueva a Gimp es una ardua tarea, pero cualquiera que hubiera escrito una línea de código podía hacer su propia extensión para Firefox sin mayores dificultades. Cualquiera podía usar Firefox exactamente como quisiera, sin ninguna limitación.

Creo que era eso, más que ninguna otra cosa, lo que hacía de Firefox un gran programa. Hacía, en pasado. Hoy de ese Firefox que nació en 2004 solo queda el nombre. Bien es cierto que era la crónica de una muerte anunciada. Influida por los cada vez más cerrados ecosistemas de Microsoft, Google y Apple, Mozilla llevaba ya años convirtiendo Firefox en una descafeinada versión de lo que otrora fue. La mayor puñalada, aunque no la única, fue hace dos años, cuando Mozilla decidió que únicamente se podrían instalar en Firefox aquellas extensiones que hubieran sido previamente aprobadas por Mozilla. Por "seguridad", por supuesto, igual que todos y cada uno de los cerrojos que Microsoft, Google y Apple ponen a sus productos. Con el lanzamiento de Firefox 57, las extensiones no solo deben estar aprobadas por Mozilla, sino que ya solo pueden hacer lo que Mozilla ha autorizado expresamente.

Los desarrolladores de DownThemAll! y Classic Theme Restore lo explican mejor que yo, pero todo viene a resumirse en que, en nombre nuevamente de la "seguridad" (¡cómo no!), las extensiones que antes podían hacer virtualmente cualquier cosa ya no podrán hacerlo. Todas las extensiones que tuvieran una funcionalidad un poco más compleja que añadir un botón a la barra de herramientas para ver el Facebook de tu tía Enriqueta ya no podrán hacerlo. A partir de ahora solo podrás usar Firefox como Mozilla crea conveniente. No es diferente a Internet Explorer o Chrome, Mozilla no ha inventado nada, pero el Firefox en el que podías hacer absolutamente lo que quisieras ya no existe, la última pizca de "libertad" que quedaba en Firefox ha desaparecido definitivamente. Resulta descorazonador ver apagarse aquel faro que durante trece años había iluminado Internet, permitiéndonos soñar con un mundo en el que nosotros controlamos los ordenadores y no al revés.

Adiós, Firefox.

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🔗 | Publicado: 14:20

1 de septiembre de 2017

Arreglando YouTube

Recientemente, Google ha publicado una nueva versión de YouTube. Como es habitual con cada nueva versión de cualquier producto de Google, la actualización no resuelve absolutamente ninguno de los problemas que tenía la versión "vieja" y, por ejemplo, seguimos con un sistema de suscripciones completamente roto que obliga a usar un lector de feeds RSS para poder saber cuándo alguien a quien seguimos publica un nuevo vídeo. A cambio, el nuevo diseño hace uso del nefario Material Design, un espantoso lenguaje de diseño creado por imbéciles que usan monitores de cincuenta y ocho pulgadas en su trabajo y por algún motivo se piensan que todo el mundo tiene videowalls a su disposición para navegar por Internet. Como resultado, lo que antes se veía tal que así...


Ahora se ve así...


Sin ninguna razón en particular, en el mismo espacio en el que antes podíamos ver 20 vídeos, ahora vemos solo 12, un 40% menos, obligándonos a hacer scroll mucho más a menudo, pese a que obligar a hacer scroll sin motivo siempre se había considerado una mala práctica de diseño. Pero bueno, Google puede hacer lo que quiera, que para eso son Google. De un modo similar, no reflejado en la captura de pantalla, las páginas de resultados de búsqueda, las listas de reproducción, etcétera, han sufrido el mismo efecto, y en todas ellas los disparatados márgenes que ocupan media pantalla hacen perder muchísimo valioso espacio que podría ser utilizado mucho mejor.

¿Está todo perdido? Sí. Jamás venceremos a Google y su malsana obsesión con hacer de Internet un sitio más feo e incómodo. Afortunadamente, hay un rápido truco, tal vez desconocido, para mitigar mínimamente los efectos de su estulticia.
Pulsando la tecla Control y girando la rueda del ratón (o pulsando la tecla "-") podemos cambiar el zoom de la página, un ajuste que el navegador aplicará a todas las páginas del dominio. Una vez hayamos fijado el zoom al 90%, volveremos a tener un YouTube que puede ser utilizado en ordenadores con pantallas pequeñas.

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🔗 | Publicado: 10:28

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