Valadrem

«Parecen fuegos de artificio»

26 de diciembre de 2021

Matrix Resurrections (2021)

Hace catorce años empecé a llevar un registro de las películas que iba viendo. Desde entonces he visto 1873 películas. Salen a unas 133 películas al año. Quién sabe cuántos miles de películas en toda la vida. La mayor parte de las películas, para bien o para mal, acaban pasando de largo. Son pocas las películas por las que sentimos simpatía, menos aún aquellas que atesoramos con especial cariño. Y muy, muy pocas aquellas que merecen el título de Favoritas, con todas las letras. En mi caso esa lista es muy corta y, desde antes incluso de que empezara a anotar todas las películas que veo, cuenta con apenas tres películas.
Una de ellas es Matrix. La película de 1999, aunque yo no la vería hasta que se estrenó en televisión. Grabada en una cinta de vídeo para poder verla al día siguiente sin anuncios, acabaría viendo aquella grabación tantas veces que mi vídeo empezó a comerse la cinta. Llegué a conseguir el DVD de la película en préstamo sólo para grabarlo en una cinta virgen y poder seguir viendo la película, aunque no tardaría en comprarme el DVD yo mismo. La primera película que compré en DVD, un DVD que aún hoy conservo como oro en paño. La película lo merecía. Matrix era (¡es!) una película redonda, perfecta, magistral. Las otras películas de la lista no son, sin embargo, sus secuelas. Aquellas secuelas innecesarias y espurias por las que sentí tanto desprecio como amor había sentido por la película original. Vulgares trapacerías que en ocasiones me hicieron dudar incluso de la primera película.
Hace unos días se estrenaba Matrix Resurrections, una nueva entrega, muy separada de aquellas olvidables secuelas. Esta vez no he ido al estreno como aquel día de mayo de 2003 en la que la agotadora carrera bajo el sol de mediodía entre el metro de Colonia Jardín y el insospechadamente lejano Kinépolis de Pozuelo acabaría siendo un camino de rosas comparado con lo que esperaba dentro de la sala. Pero, esta vez sí, me alegro de haber visto esta secuela. Resurrections está todavía muy lejos de la película original, hay algunos detalles que no acaban de funcionar y las conexiones con las anteriores secuelas no dejan de ser una sombra, pero aun así esta nueva entrega se encuentra a años luz de las secuelas anteriores.
Uno de los puntos que hacen que el resultado funcione es, sorprendentemente, el tono. Las secuelas anteriores se tomaban demasiado en serio a sí mismas. Esto no debería haber sido malo, a fin de cuentas si la película original era digna de todo el respeto, las secuelas no podían haberla ridiculizado. Por desgracia, las grandilocuentes adiciones al universo de la película, algunas de ellas más que risibles, no podían tomarse en serio ni de lejos, convirtiendo el resultado en una involuntaria y bochornosa parodia. El rey estaba desnudo cuando creía que llevaba sus más elegantes galas. Por contra, Resurrections no se toma tan en serio a sí misma, ya recurriendo a la metanarrativa desde el principio para recordarnos que no estamos ante la película que esperábamos. Esto no tenía por qué ser garantía de éxito, es este un recurso tramposo que, en demasiadas ocasiones, se usa de modo más que cutre cuando malos guionistas quieren hacernos creer que podremos pasar por alto los errores de su obra si son ellos los primeros en señalarlos, pero aquí sirve de refrescante contrapeso a la impostada e irrisoria seriedad de las anteriores secuelas, dando una más que necesaria nueva perspectiva al conjunto.
Y si tramposo es recurrir a la metanarrativa para expiar los pecados, aún lo es más resucitar a los muertos. De entre los incontables errores y pecados de las secuelas, matar a los protagonistas era la puñalada que más dolió. Tal vez aquel sacrificio hubiese tenido sentido en otras circunstancias, en una película mejor, pero al final de aquella infumable Revolutions, resultaba completamente carente de sentido. Las muertes de Trinity y Neo no aportaban nada a una trama hueca, no eran en modo alguno un final digno de admiración, no eran más que un desesperado intento por hacer que un deslustrado conjunto pareciera un poco más intenso recurriendo a lo fácil. Resurrections no intenta ignorar aquellas muertes, se limita nuevamente a recurrir a lo fácil para cambiar el resultado de lo que vimos, pero por muy tramposo que sea este nuevo atajo, la satisfacción de poder cerrar esta absurda herida aunque sea dos décadas después supera con creces cualquier posible remilgo.
Resurrections no pasará a formar parte de ninguna de mis listas de películas favoritas. Y no es, tampoco, la secuela que Matrix necesitaba. Pero es la secuela que aquellas secuelas necesitaban. Han tenido que pasar 18 años pero, por fin, puedo hacer las paces con Matrix. No podía haber pedido más.

Etiquetas: ,

🔗 | Publicado: 00:28

Archivo