Valadrem

«Parecen fuegos de artificio»

17 de mayo de 2019

No sabéis nada

Esta entrada contiene spoilers. Probablemente.
Ha querido la casualidad que este año toquen a su fin las dos únicas series que he venido siguiendo al ritmo de su emisión original desde hace años. Dos series que, por lo demás, no tienen demasiado en común. Game of Thrones y My Little Pony: Friendship Is Magic.

Conociendo y habiendo dedicado tanto tiempo y atención a ambas series, resulta desconcertante ver internet arder por el enfado de algunos fans de Game of Thrones. La serie terminará este mismo domingo, tras caer en desgracia un personaje que resultaba sospechoso desde el principio pero al que algunos fans decidieron perdonar todo porque creyeron ver extraños subtextos que nunca estuvieron ahí. Para bien o para mal, el infame trono irá presumiblemente a manos de alguno de los contendientes a los que hemos conocido desde el principio. Todo ello en una temporada escrita enteramente por los creadores de la serie, los mismos que han escrito la vasta mayoría de episodios desde el mismo piloto. Unos creadores abiertamente fans de los libros que inspiraron su serie. Unos creadores a los que ahora algunos molestos fans acusan de no conocer a sus propios personajes.


Puedo simpatizar con la gente que quedó decepcionada al descubrir que su Daenerys no es lo que ellos creían, igual que puedo simpatizar con los que lamentaron perder a Ned, a Renly, a Catelyn, a Oberyn o incluso a Cersei. O a cualquiera de los otros cientos de muertos, vamos. Pero no deja de ser increíblemente surrealista ver este drama alrededor de algo que entraba no ya dentro de lo posible sino incluso dentro de lo más que probable a juzgar por lo que sabíamos desde la primera temporada de la serie. Poniente nunca ha sido un sitio amable y ninguna justicia protege a sus habitantes. Esas eran las reglas del juego de tronos desde el principio, y todo el que a estas alturas siga jugando debería conocerlas.

Mientras tanto, tristemente todavía faltan unos meses para el más que tardío final de My Little Pony, pero a estas alturas no queda ya ninguna duda de que la serie terminará coronando como nuevos héroes absolutos a un puñado de primos Oliver que aparecieron por primera vez la temporada pasada, en un episodio firmado por el propio artífice de esos personajes, alguien que en una entrevista llegó a afirmar desconocer por completo las notas de producción escritas antes de que él tomara las riendas, cuando la serie llevaba ya años en antena, e incluso la propia "biblia" que sirvió de punto de partida para la serie. Un final para una temporada escrita por gente con poca o ninguna experiencia, después de que el último miembro del equipo original de la serie abandonase hace ya tres años. Un final para una serie que ya poco o nada tiene que ver, aparte del título, con la que enamoró a cientos de miles de personas a principios de la década.


Soy plenamente consciente de que Game of Thrones es una superproducción multimillonaria, mientras que My Little Pony es una excusa barata para vender juguetes, pero no estoy comparando la factura técnica de una escena con miles de extras y el presupuesto de una película contra una cutre animación hecha en cinco minutos en Adobe Flash. No se trata de cuánto cuesta cada minuto de metraje. Y no hay ninguna razón que obligue a las producciones infantiles baratas a ser basura sin alma.

Poner pasión incluso en cosas "para niños" no es solo la máxima de Disney que les llevó a convertir obras como Dumbo o El Rey León en clásicos intemporales. Tal vez es fácil poner pasión cuando tienes miles de millones a tu disposición, pero esa pasión era también, literalmente, la razón que llevó a la creadora original de MLP:FIM a hacer una serie con corazón, cuando defendía que las niñas también merecen entretenimiento de calidad. Es esa pasión la que hizo que hace casi una década My Little Pony, una franquicia por la que nadie daba un duro, llegase a estar contra todo pronóstico en la lista de series de animación más populares del momento. Una pasión que ha desaparecido de tal modo que ha llevado a la serie a tener problemas para conservar apenas el cinco (!) por ciento de la audiencia que tenía hace unos años.

Nadie esperaba tramas extraordinariamente complejas con elaborados arcos argumentales, imbricados giros de guion y profundas motivaciones en My Little Pony. Nadie. Lo único que queríamos era una serie escrita con cariño, que diera un final digno a los personajes que conocemos desde hace años. Acabamos teniendo una serie escrita enteramente por gente que jamás ha visto un episodio de la serie, con un showrunner obsesionado con demostrar que sus nuevos personajes son mucho mejores que aquellos viejos personajes a los que él ni siquiera conoce.

Cada vez que veo a un fan de GoT quejándose porque algunas de sus teorías sin fundamento hayan resultado ser falsas, no puedo sino imaginar cómo habría reaccionado esa gente si la serie de la que son fans hubiese terminado así, más muerta que un caminante blanco, más arrasada que Desembarco del Rey.


No sabéis nada, thronies.

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🔗 | Publicado: 15:24

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