Valadrem

«Parecen fuegos de artificio»

11 de febrero de 2025

Solatorobo: Red the Hunter

El pasado verano hablé un poco por encima de Tail Concerto, un juego para PlayStation que pasó bastante desapercibido en su día pero que a mí me pareció muy recomendable. Hoy quiero hablar de Solatorobo: Red the Hunter, considerado su secuela espiritual.
Después del injusto fracaso comercial de la primera entrega, el estudio CyberConnect2, que había lanzado Tail Concerto con la clara intención de desarrollar un universo a su alrededor, tuvo que esperar más de diez años antes de poder continuar con sus planes. Para cuando Solatorobo por fin tuvo luz verde, ya no lo haría para contar las nuevas aventuras del policía Waffle en el reino de Prairie, sino que seguiríamos a Red en la república de Shepherd. Un cambio que probablemente vino forzado por la negativa de Bandai-Namco a participar en la secuela de un juego que apenas se vendió pero que, a cambio, nos permite descubrir nuevos lugares y enfrentarnos a nuevas mecánicas de juego.

Afortunadamente para los nostálgicos de la primera entrega, tendremos la suerte de que Shepherd es un país vecino a Prairie dentro del mismo universo de Little Tail Bronx, y a lo largo del juego nos encontraremos en alguna ocasión con Waffle y algún otro personaje del primer juego. También nos cruzaremos en nuestro camino con Mamoru-kun, un personaje creado por CC2 para un microjuego y que en su momento llegó a ser la mascota de la prefectura de Fukuoka en Japón (tristemente ya no).
Eso sí, no solo de referencias vive Solatorobo, en la aventura conoceremos a muchos personajes nuevos, empezando por el nuevo protagonista Red Savarin. Presentado con el rol de Hunter, cazador, podría considerarse un soldado de fortuna, siempre dispuesto a ayudar a quien necesite de sus servicios a cambio de un pequeño pago. Este dinero también está presente en las peleas de robots en las que podremos participar a lo largo del juego y supone un gran cambio respecto al funcionamiento del robot de Waffle ya que en función de lo que ganemos podremos mejorar nuestro mecha, haciéndolo más rápido o más resistente a los golpes, por ejemplo.

Por desgracia, a pesar haberse lanzado más de diez años después de la primera parte y a pesar del enorme cariño que el equipo puso en la nueva entrega, la Nintendo DS no era precisamente mucho más potente que la PlayStation y unos cartuchos con apenas una décima parte de la capacidad de un CD no ayudaron en absoluto a hacer que el juego mostrara todo lo que tenía que ofrecer. El diseño de los personajes en pantalla es aún más simple que en Tail Concerto, los cuidados escenarios están demasiado recortados al tener que verse en una pantalla diminuta, los controles están muy limitados por la falta de sticks analógicos y ni siquiera tendremos diálogos con voz.
Así y todo, los desarrolladores dieron lo mejor de sí para superar estos problemas. Los controles están limitados, pero a cambio todo está convenientemente ajustado para que esto nunca sea un obstáculo. No hay diálogos completos, pero algunas palabras sueltas en francés ayudan a enfatizar el tono de cada escena y a que demos voz a los personajes. Por problemas de espacio es imposible tener escenas animadas como aquellas que adornaban Tail Concerto, pero al menos tendremos a cambio una intro sencillamente magnífica. Solatorobo merecía mucho más que estar en Nintendo DS, pero está claro que la gente que había esperado más de diez años para sacar su juego adelante no se iba a dejar vencer por las dificultades.

Y si hay algo que demuestre la pasión que los desarrolladores pusieron en el juego es, me atrevería a decir, su historia. Cuando hablé de Tail Concerto comenté que el juego se sentía algo incompleto porque veíamos constantes miguitas que nos llevaban a una historia que no acababa de desarrollarse. Solatorobo opta por ir por el camino contrario. Aquí sí tendremos una auténtica historia, completamente desarrollada, y que a ratos hace que más que ante un simple juego parezca que estamos ante una película de ciencia ficción. Debo reconocer que el choque entre lo sencillo de algunas misiones y lo épico de la historia resulta a ratos extraño y también me ha parecido divertido que la historia reescriba un par de detalles de lo que vimos en Tail Concerto para que todas las piezas encajen, pero nada de esto desmerece en absoluto una historia espectacular.
En resumen, Solatorobo me ha encantado. Es una grandísima (casi) secuela que en muchos aspectos supera a un juego al que ya le cogí mucho cariño en su momento y, aunque hubiese preferido que se lanzase para una consola mejor, es imposible no admirar el afecto y el esfuerzo que la gente de CyberConnect2 puso en cada aspecto del juego. Absolutamente recomendable. Aunque el juego se encuentra descatalogado, se puede jugar fácilmente usando un emulador como melonDS y la ROM del juego, preferiblemente la versión americana ya que tiene un poquito más de contenido que la europea (aunque, eso sí, solo en inglés).

No quiero acabar sin lamentar la dolorosa decepción de saber, en retrospectiva, que, al igual que Tail Concerto, Solatorobo no recibió ni de lejos la atención que merecía, lo que hizo que el mundo de caninus y felinekos volviera a acabar tirado en un cajón durante otros diez años. No sé demasiado de la más reciente entrega, la trilogía de Fuga: Melodies of Steel, y lamentablemente lo poco que he oído sobre ella me hace pensar que el estudio abandonó parte del fantástico espíritu de estas dos primeras entregas para intentar algo diferente. Llegado el momento, probablemente le daré una oportunidad a esta nueva entrega y de ser así seguramente hablaré sobre ella. Pero, pase lo que pase, creo que tanto Tail Concerto como Solatorobo forman por sí solos un gran universo digno de un gran cariño y un mayor reconocimiento.

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🔗 | Publicado: 16:13

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