Hace unas semanas se estrenaba
Zootopia 2, la esperadísima secuela de
Zootopia (lo siento, me niego a llamarla
Zootrópolis) nada menos que nueve años después de su primera parte.
Fan acérrimo de
Zootopia, preciosa película que me enamoró desde el primer momento, llevaba años contando los días para poder ver las nuevas aventuras de Judy y Nick. Antes de ponerme a ello, decidí volver a ver la primera película, algo que, por algún motivo, no había vuelto a hacer desde 2017. No era esta aparente dejadez algo deliberado, supongo que simplemente no surgió la ocasión, aunque la verdad es que al volver a ver una película tanto tiempo después siempre se corre el riesgo de descubrir que aquello que nos enamoró hace años nos resulta bastante diferente con el paso del tiempo. Algo que, lamentablemente, ya pude experimentar la última vez que revisité cierta otra película de 2017 a la que tenía bastante cariño pero que vista de nuevo me dejó bastante frío.

Volver a ver Zootopia fue toda una experiencia. De entrada, la primera impresión no podía haber sido mejor. Cuando vi la película originalmente lo hice en DVD y ya entonces me pareció una delicia enormemente agradable de ver, dar el salto a la alta definición hizo que todo se viera aun mejor. Hasta ahí estupendo. Quedaba ver si el resto de la película cumplía. Debo decir que casi iba con algo de miedo, habiendo leído demasiados análisis e interpretaciones de la película mi mayor temor era que esta vez algunos de los problemas de la trama que no me habían importado demasiado la primera vez acabasen por echarlo todo a perder ahora. Por suerte, no fue así en absoluto. De nuevo la magnética personalidad de los protagonistas y su extraordinaria química fueron suficientes para que la película valiera sobradamente la pena aun incluso con sus tropiezos y disfruté de este nuevo visionado casi más que la primera vez.

Así pues, lejos de estropear nada, esta nueva ocasión de ver la película original la ha confirmado como una de mis películas de animación favoritas, fácilmente mi preferida de lo que llevamos de siglo, y en cualquier caso una película absolutamente fantástica de las mejores que han salido de los estudios de Disney.
🐾
Por desgracia, y con todo el dolor de mi corazón, me temo que este renovado amor por la primera parte no le ha hecho ningún favor a su secuela y
Zootopia 2 ha acabado siendo, para mí, la mayor y más amarga decepción de este año, sobre todo por culpa de dos problemas que he sido incapaz de ignorar.
En primer lugar, Zootopia 2 es una película enormemente autoconsciente, en el peor sentido posible de la palabra. ¿Que la gente admiraba la determinación de Judy en la primera película? Pues se le da una obsesión rayana en lo absurdo. ¿Que a la gente le gustaba la mordaz expresividad de Nick? Pues venga, aquí le tendremos media película haciendo muecas ridículas. ¿Que el momento que todo el mundo adoró fue la emotiva reconciliación de Judy y Nick? Sin problema, aquí directamente paramos la película para que hablen de sus sentimientos. Todo es forzado y artificioso, no son piezas que encajen en la película sino simplemente cosas que están ahí porque alguien pensó equivocadamente que eso sería lo que la audiencia querría ver y para qué pensar más.
Casi podría pasar por alto el problema de ver a los protagonistas y sus interacciones bastardeados de este modo si al menos la película aportara algo que justificara su existencia. Pero, y este es su mayor problema, no es más que una muestra de absoluta vacuidad que (¡espoiler!) se limita a repetir la película original punto por punto, solo que
peor. Nadie en la policía confía en Judy y Nick para resolver un misterio muy misterioso. Acaban teniendo que hacerlo fuera de la policía. Por supuesto se separan. El perdedor apocado que se presentaba como aliado resulta ser un villano execrable. Lo patético del autoplagio lleva a repetir incluso el intento de asesinato de Judy con el fin de usar su muerte para perpetuar el racismo en Zootopia. ¿En serio? Oh, bueno, pero por lo menos acabamos con otro concierto de Shakira idéntico al primero. Me pregunto si han tardado casi una década en hacer la secuela porque necesitaban que se inventara ChatGPT para que les escribiera el "guion".

Soy consciente de que, cuando se trata de secuelas, repetir lo que funciona es a veces mejor que intentar algo nuevo y fracasar miserablemente. Pero en esta ocasión esta repetición es directamente catastrófica porque los fallos que preferimos ignorar en la primera película se hacen ahora dolorosamente ineludibles. En Zootopia 1 pasamos por alto que Judy y Nick solucionaron el racismo en una tarde porque, bueno, la película molaba. Pero aquí llega Zootopia 2 y nos dice, "¿os acordáis de cuando arreglamos el racismo? pues en realidad no lo hicimos... porque... uh... reptiles, pero bueno, ahora ya sí". Pues bueno, pues vale, pues me alegro.
Lejos de verse como diferentes pasos de una progresión hacia una Zootopia mejor, esto solo hace que sintamos que la primera película no consiguió nada y, peor todavía, consigue que parezca que esta repetición es igual de inútil e intrascendente. Algo que la película logra estropear
más todavía con una escena tras los créditos en la que nos dan una pista sobre como planean contar la misma historia por tercera vez en una
futurible Zootopia 3 con pájaros. Planazo, me pueden esperar sentados. Aunque casi, casi tengo curiosidad por ver cómo intentarán vendernos Zootopia 4 cuando les toque a los peces, que todavía en ésta no son gente sino comida.
Zootopia 2 es, en resumen, una malograda secuela para la que fuera una película maravillosa, al peor estilo de las espantosas secuelas directas a vídeo con las que Disney destrozaba el legado de nuestras películas favoritas hace décadas. Una decepción que se vuelve casi más dolorosa cuando comparo este fracaso absoluto con la otra secuela
furra de este año,
Los tipos malos 2, una película de la que no esperaba mucho pero acabó siendo bastante digna.
¿De verdad hacía falta esperar nueve años para esto?
Judy, Nick y toda la ciudad de Zootopia se merecían algo mejor.
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