Valadrem

«Parecen fuegos de artificio»

4 de noviembre de 2024

El helicóptero suizo

Ayer pude ver Apocalipsis Z: El principio del fin, más que digna adaptación del muy recomendable libro del mismo título (que leí hace más de diez años (!!) gracias a una recomendación de Microsiervos). No es de la película de lo que quiero hablar, sino de uno de esos detalles que a veces se nos pasan por alto pero que una vez que conoces no dejas de ver. Este helicóptero suizo.
Espera, ¿qué? Sí, si pensamos en cuál es el símbolo más obvio para indicar que algo está relacionado con la medicina, casi cualquier persona se irá inmediatamente a la icónica cruz griega de color rojo de la apropiadamente denominada Cruz Roja. El tema es que esta cruz es una marca registrada y su uso está completamente regulado, tanto por convenciones internacionales como por movidas incomprensibles de propiedad industrial.
Es por eso que, para quitarse de líos, el uso del símbolo original fuera de referencias directas es extremadamente raro. En ocasiones se opta por una cruz verde como compromiso, o los diseñadores se ponen algo creativos, como en el caso de My Little Pony: Friendship is Magic, donde la enfermera de Ponyville vio como su apenas disimulada cruz roja pasaba a tener un poco más de fantasía después del pertinente aviso del equipo legal. En la mayor parte de producciones audiovisuales, sin embargo, la cruz roja es sustituida por su más inmediato sucedáneo: una cruz blanca sobre fondo rojo. Una bandera suiza como la del helicóptero, vaya.
Aunque lo de la bandera suiza se limita a la ficción, la asociación de la cruz griega como símbolo sanitario está tan arraigada que casi todas las comunidades autónomas la incluyen de algún modo en el distintivo de su sistema de salud. Así tenemos una cruz (azul) con una estrella en el caso de Madrid, una cruz como espacio negativo en la S del servicio de salud de Castilla-La Mancha, y muchas otras cruces hasta llegar a la abstracta cruz de Asturias o la apenas visible cruz escondida en el logo de Cataluña.
Lo más divertido del tema es que, en realidad, existe un símbolo internacional para representar la sanidad, la vara de Esculapio, presente por ejemplo en el logotipo de la Organización Mundial de la Salud. Y, además, un símbolo específicamente para urgencias sanitarias, la estrella de la vida, una cruz de seis puntas que se puede encontrar en casi cualquier ambulancia. Casi cualquiera, excepto, obviamente, las de la Cruz Roja, que pueden permitirse quedarse con el original.
Por cierto, por si había alguna duda, sí, la cruz blanca sobre fondo rojo no se limita a las películas. En el mundo real, los vehículos de Suiza también utilizan su propia bandera. Eso que llevan ganado.

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🔗 | Publicado: 12:15

19 de septiembre de 2024

Palworld

Aunque Palworld fue enormemente popular a principios de año, no fue hasta hace cosa de un par de meses que me decidí a darle una oportunidad. En estos dos meses le he dedicado puede que unas 100 horas y eso que todavía no he llegado a acabar las misiones principales. Contra todo pronóstico, estoy encantado con el juego. Tenía pensado escribir una entrada más adelante pero, dadas las circunstancias, he pensado que igual para luego es tarde.
No deja de ser curioso que el principal motivo que me llevó a evitar el juego del que todo el mundo hablaba era, precisamente, su fama de ser Pokémon con pistolas. No voy a pretender que, después de años celebrando el mítico «parecen fuegos de artificio», tenga nada en contra de Pokémon. Jugué a Pokémon Rojo hace un millón de años y guardo con aún más cariño el recuerdo de las horas que le eché a Pokémon Oro. Sin embargo, no conseguí pillarle el punto a Rubí y no llegué a interesarme por ninguno de los subsiguientes cienes de juegos que vinieron después. Pokémon podía ser algo para recordar, pero no algo a lo que mereciera la pena dedicar más tiempo. A priori, plagio o no, la idea de añadir pistolas a la ecuación no lo hacía en modo alguno más atractivo, así que durante meses ignoré Palworld por completo.

A principios de julio empecé a ver nuevamente gente hablando sobre el juego. La cresta de la ola de la moda había remitido hace meses, pero acababa de lanzarse la primera gran actualización que añadía una isla entera y un montón de movidas más y todavía quedaba quien quería hablar de ello. Muchos de esos comentarios me hicieron darme cuenta de que, más que un mero clon de Pokémon con tiros, Palworld tenía algunas mecánicas que podían hacerlo interesante. Casi por casualidad me animé a probar el juego. Y quedé completamente enganchado.
Sí, es cierto que Palworld tiene cosas que recuerdan mucho a Pokémon. Mogollón de criaturas extrañas que capturamos con bolas especiales y pasan a hacernos caso cuando son nuestras. Diferentes tipos con fortalezas y debilidades. Ataques nuevos que se aprenden al pasar de nivel. Los parecidos llegan hasta a incluir algunas de las cosas que nunca tuvieron mucho sentido, como no poder capturar pokémon debilitados, o lo ridículo de estar forzado a capturar muchos pokémon para poder avanzar aunque te sepa mal que acaben viviendo en el PC de Bill cuando no los necesitas para nada y podrían estar mejor en el campo. Algo esto último que Palworld hace todavía más siniestro cuando ni siquiera puedes liberar pals y tus únicas opciones cuando el almacenamiento se llena es vendérselos a señores turbios o sacrificarlos.

Puede que ese punto edgy para intentar marcar diferencias con Pokémon sea lo más ridículo de Palworld. El juego empieza con algún comentario sobre lo cruel que es usar un bate para debilitar pals lo suficiente para poder capturarlos aun cuando hacia el final del juego (espoiler) estarás usando lanzacohetes contra los bichos de nivel más alto. Eso sin contar lo retorcido de que uno de los modos más sencillos de hacer tus pals más fuertes es metiendo muchos otros en una máquina siniestra para absorber su esencia. Y, sin embargo, a pesar de sus continuos esfuerzos por ser horrible, el juego tiene un encanto indiscutible.
A todo el rollo que puede recordar a Pokémon se añade un componente de supervivencia que hace el juego mucho más entretenido. Despertamos en una isla desconocida, sin ningún objeto. Antes de que llegue la noche debemos cuidarnos de recoger madera suficiente para hacer una fogata o un refugio. Y, a partir de ahí, en los días sucesivos iremos ampliando nuestra base con una mesa de trabajo en la que construir herramientas, o una pequeña granja con la que obtener alimentos. Todo ello con la ayuda de nuestros pals a los que, afortunadamente, podemos tratar con cariño si así lo decidimos.

Ir explorando el inmenso mapa que aparece completamente en negro al principio es una auténtica gozada. Una gran variedad de escenarios, diferentes climas a los que adaptarse, una fauna diferente en cada zona e incluso secretos escondidos aquí y allá para hacerlo todo aún más atractivo hacen de esta exploración algo que se puede saborear con calma. Conseguir una montura con la que avanzar más rápido por tierra, o con la que poder recorrer mayor distancia por el agua sin ahogarnos son grandes hitos que celebrar, y eso por no hablar de cuando obtenemos nuestro primer pájaro con el que poder ir a sitios que antes estaban fuera de nuestro alcance. En resumen, un juego que consigue hacer mucho más interesante la mera idea de simplemente capturar bichos con los que pelear, ya sea con pistolas o sin ellas.
Estaba retrasando esta entrada hasta que hubiera acabado el juego por algo que me llevaba molestando unos días. Así como al principio del juego la dificultad es bastante razonable, a medida que nos acercamos al final parece que el balance está un poco roto. Para poder avanzar a un nivel superior no basta ya con enfrentarnos a quienes nos encontremos paseando al azar, hay que ir activamente buscando enemigos. Muchos. Los objetos de alto nivel necesitan materiales cada vez más difíciles de conseguir, rozando lo absurdo en ocasiones. Casi parece que cuanto más cerca estamos del final estamos menos tiempo jugando y más simplemente grindeando, lo que es una pena para un juego que por lo demás funcionaba bastante bien.

Tengo la sensación de que parte de este problema viene dado, precisamente, por la actualización que me animó a empezar a jugar. Una actualización pensada, sobre todo, para gente que ya había jugado al juego y solo tenía un jefe nuevo al que enfrentarse, pero que probablemente no estaba lo suficientemente calculada para quien empezara desde cero, haciendo que ese nuevo jefe quedara quizás demasiado lejano. En cualquier caso, estos problemas hacia el final no desmerecen en absoluto las horas y horas de entretenimiento que tenemos por delante desde que ponemos el pie en las islas Palpagos.
Palworld es un juego en beta. Según admiten los propios creadores, está sin acabar y además de la isla que se reveló en verano quedaban varias otras pendientes de añadir. Las mejoras de rendimiento y correcciones de errores que he podido disfrutar estos meses me hacían confiar en que algunos de los problemas que todavía tenía el juego fuesen resolviéndose poco a poco. Por desgracia, Nintendo ha decidido que ya ha tenido suficiente y hace apenas unas horas ha denunciado a los creadores de Palworld. Es difícil saber qué pasará a continuación, pero no sería de extrañar que una vez más la empresa más mafiosa del mundo de los videojuegos se saliese con la suya y este sea el final de Palworld.

Sería una pena que así fuese.

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🔗 | Publicado: 22:24

1 de julio de 2024

Tonari no Yokai-san (2024)

Después de haber visto ya unos cuantos animes porque me venían recomendados, ya fuera por personas humanas o por El Algoritmo, hace unos meses decidí darle una oportunidad a un anime nuevo sin tener ninguna referencia sobre el mismo. La serie elegida fue la reciente Tonari no Yokai-san, algo así como Mi vecino yokai, y la he venido siguiendo desde su estreno en abril. Este fin de semana se emitió el último episodio y me apetecía dedicarle unas palabras.
La acción transcurre en un pueblecito de Japón, pero en un mundo diferente al nuestro en el que humanos conviven con yokai, espíritus de todo tipo. Uno de estos yokai es Buchio, uno de los protagonistas de la serie, nacido como un gato normal y corriente que a los 20 años de edad renace como nekomata y debe adaptarse a su nueva vida en la que ya no es una simple mascota sino un ciudadano más, con trabajo, carnet de conducir y seguro médico. O, por ejemplo, otro es Jiro, un tengu, hombre cuevo con poderes sobrenaturales, encargado de proteger el pueblecito en el que viven.
El universo de la serie resulta enormemente atractivo, el modo en el que la serie integra sus elementos fantásticos es genial y las continuas perlas de folclore japonés resultan una delicia. Tampoco se quedan atrás los personajes, no puedo ocultar que Buchio me parece encantador, pero muchos otros personajes resultan igualmente muy interesantes. Y no quiero dejar de alabar uno de sus mayores aciertos, puede que el más inesperado, los momentos de reflexión que nos regala la serie, donde las dudas y los hallazgos vitales de los personajes en un mundo tan diferente al nuestro quizás acaban siendo mucho más cercanos de lo que parece en un principio.
Por desgracia, pese a sus muchos puntos fuertes, la serie resulta a ratos frustrante. Basada en un manga de cierta longitud pero con capítulos muy cortos, la adaptación acaba pareciendo algo caótica. Así, mientras el manga está claramente estructurado como una colección de breves escenas del día a día en la vida en Fuchigamori, esto es algo que la serie no ha sabido plasmar por completo para quien venga de nuevas, haciendo que la sensación que deje es la de que las tramas principales se mezclan sin ningún criterio con otras tramas secundarias que apenas se desarrollan.
Al no conocer en absoluto el manga de antemano, al que solo me he asomado una vez terminado el anime, este aspecto de la serie me parecía muy extraño, pero haber leído unos pocos capítulos me ha ayudado a reconciliarme por completo con el mismo. Lamentablemente, el manga no ha sido traducido oficialmente a ninguna lengua romance y la única traducción hecha por fans está incompleta, con lo que apenas es posible encontrar en inglés 23 de los más de 100 capítulos. Así y todo, recomiendo encarecidamente echarle un ojo a alguno de estos primeros capítulos antes de entrar en el anime, me arriesgaría a decir que hace la adaptación muchísimo más valiosa.
En cualquier caso, y pese a lo extraño de su ritmo al que solo he acabado cogiendo el punto en retrospectiva, Tonari no Yokai-san me ha parecido una serie preciosa y una gran experiencia. Siendo que es una serie que ha acabado pasando muy desapercibida, me alegra haberle dado una oportunidad sin haber esperado a una recomendación que seguramente nunca habría llegado.

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🔗 | Publicado: 22:04

2 de junio de 2024

Perros, gatos y un mapache

Han pasado ya varios meses desde la última entrada que le dediqué a un videojuego, creo que es un buen momento para dedicar unas líneas a algunos de los juegos a los que he jugado desde entonces.

Empiezo con Tail Concerto. Lanzado a finales de los noventa para PlayStation, aunque solo en Japón, Francia y Estados Unidos, en Tail Concerto nos meteremos en el papel de Waffle un perro-persona policía que, justo cuando está a punto de empezar sus vacaciones, recibe el encargo de acabar con una banda conocida con el nombre de Black Cats que está sembrando el caos en el tranquilo reino de Prairie. Tras detener a un puñado de gatitos en el pueblo de Resaca, la sorpresa de Waffle es mayúscula al descubrir que la banda está liderada por Alicia, una gata-persona amiga de su infancia.
A pesar de su tono infantil y de que su mayor dificultad está en llegar a dominar unos controles que fallan algo más de lo deseable, Tail Concerto es una delicia de juego. Con una ambientación fantástica y unos niveles que saben combinar muy acertadamente los elementos del juego para no hacerse repetitivos, todo ello acompañado con unas escenas animadas bastante adorables, es una experiencia más que recomendable que bien merece una visita.
Por desgracia, la historia se siente incompleta. A lo largo del juego se plantan muchos detalles sobre el mundo de Prairie que prometen mucho pero no se exploran lo suficiente. Muy probablemente esto se deba a que entre los planes del estudio estaba la idea de lanzar un Tail Concerto 2 que jamás llegó a hacerse a causa de las malas ventas del primer juego. Tendrían que pasar más de diez años hasta que el estudio consiguió lanzar otro juego ambientado en el mismo universo, Solatorobo: Red the Hunter para Nintendo DS, y otra década más hasta la siguiente entrada, Fuga: Melodies of Steel. Juegos todos ellos que no sé si resuelven estos misterios pero que ya tienen un puesto de honor en mi lista de pendientes.
El siguiente juego en la lista es Stray. Lanzado en 2022, el mismo año que mi idolatrado Tunic, acabó ganándole varios de los premios en las categorías que ambos compartieron, lo que, unido a que es un juego protagonizado por un gato, hizo que estuviera muy arriba en la lista de juegos que no quería perderme. Por diferentes razones, no ha sido hasta finales del mes pasado que pude por fin meterme en harina. En este caso el juego sigue a un gato callejero que vive junto a su colonia en una parte deshabitada a las afueras de una ciudad, y la historia comienza cuando por accidente el gato cae al vacío y termina encerrado en una ciudad subterránea, aparentemente desierta, aunque pronto descubriremos que no es así.
Pese a la enorme anticipación (o tal vez por ella), la experiencia me ha resultado un tanto desigual. No puedo negar que algunas partes del juego me han encantado, pero igualmente tampoco puedo negar que no he podido evitar la sensación de que la historia resulta un tanto exagerada, casi como si en los primeros pasos del desarrollo del juego decidiesen que un juego sobre un gato sin más quedaría cutre y la historia necesitaba ser absolutamente épica. Siendo que el juego acabaría siendo considerado uno de los comfort games del año incluso con una historia que a ratos lucha con uñas y dientes contra ese comfort, es difícil no preguntarse si el juego no habría recibido aún más cariño con una temática algo más sencilla.
En cualquier caso, como digo, Stray no deja de ser un juego notable. Por descontado, todo alrededor de nuestro gato, desde el modo de moverse por los niveles hasta las interacciones con los elementos, es sobresaliente, resultando imposible no dejarse cautivar por lo inesperadamente divertido de dejar nuestros objetivos de lado un momento para rascar un sofá o saltar a una mesa para tirar las cosas que hay encima. El cuidadísimo diseño de los niveles también es digno de mención, tanto en lo bien que encajan las diferentes partes unas con otras como en lo orgánico que resulta el conjunto a pesar de su linearidad, y no quiero dejar de mencionar los espectaculares efectos de iluminación que hacen que todo se vea genial. Aunque desearía haber podido disfrutar el juego un poco más y lamento ese regusto algo agridulce que ha dejado en mí, sí celebro haber podido disfrutar de todos estos puntos positivos.
Termino la entrada con algo tan corto que más que juego es casi una demo técnica. Indigo Park: Chapter 1. Lanzado hace apenas unos días, Indigo Park es el millonésimo juego de terror con mascotas que cobran vida para acabar con la nuestra, en este caso en un parque de atracciones abandonado y al que rodea un misterio que nuestro protagonista sin rostro quiere descubrir.
Si bien el juego no aporta demasiado al manido mundo de los corredores oscuros y los jumpscares, aun así ha recibido muchísimo cariño de la gente que se ha animado a probarlo gracias sobre todo al mapache Rambley, un personaje enormemente carismático que justifica por sí solo dedicar un rato a completar el juego y del que resulta imposible no enamorarse gracias a su adorable personalidad y su sorprendentemente pegadiza canción.
Acabo con el recordatorio de que Tail Concerto se encuentra descatalogado desde hace décadas y el único modo de jugar es consiguiendo la ISO del juego y tirando de emulador (recomiendo DuckStation). Por su parte, Stray está disponible para la mayor parte de plataformas, con ofertas habituales en Steam para la versión de PC. Por último, Indigo Park está disponible en Steam de modo gratuito, de momento únicamente con una primera parte que se puede completar en menos de una hora, pero ya con planes para ampliar el juego gracias al masivo apoyo recibido.

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🔗 | Publicado: 23:02

29 de abril de 2024

The Murder of Sonic the Hedgehog

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🔗 | Publicado: 08:15

28 de abril de 2024

Aggretsuko (2018) y Odd Taxi (2021)

Hace algún tiempo que no hablaba de algún anime por aquí, así que hoy rompo la racha por partida doble. Empiezo con Aggretsuko, serie de 2018 que sigue a Retsuko, una contable de Tokio que por las noches se desahoga de su trabajo insufrible cantando death metal en una cabina de karaoke.
Debo reconocer que empecé a ver la serie en cierto modo engañado. Netflix a menudo la incluye en una lista común con BNA y Beastars, dos series que ya había visto antes pero con las que, ciertamente, Aggretsuko tiene más bien poco que ver. Así, mientras BNA y Beastars beben mucho de Zootopía (perdón, Zootrópolis) y basan una parte enorme de su trama en la condición animal de sus personajes y en el desarrollo de mundos notablemente diferentes al nuestro, Aggretsuko es una serie más tradicional en la que las personas tienen apariencia animal únicamente por razones de estilo.
Puede que las aventuras de Retsuko no sean tan espectaculares como las de Michiru o Legoshi, pero así y todo su serie acaba resultando muy recomendable. Es difícil no simpatizar con Retsuko y su lucha por salir adelante, o no cogerle cariño a los otros personajes, especialmente sus compañeros Fenneko y Haida. A pesar de algunos altibajos y un par de momentos algo dudosos, la serie consigue mantener su espíritu amable a ritmo de death metal durante cinco temporadas que se ven enseguida.
La segunda serie es Odd Taxi, de 2021. Aquí seguiremos los pasos de Odokawa, un peculiar taxista nocturno, y sus variopintos clientes, desde la noche de la misteriosa desaparición de una chica en Tokio.
Aunque la premisa de Odd Taxi me interesó tan pronto oí hablar de ella, quiso la mala suerte que mientras estaba intentando comprobar si la serie había sido doblada al castellano (por cierto, no), leyese por accidente un comentario que destripaba por completo el último episodio. Si normalmente saber cómo acabará una serie de misterio es suficiente para quitarle gran parte del encanto, en este caso la cosa era aún peor ya que cierto detalle revelado en aquel comentario me parecía a priori bastante desafortunado: así como Aggretsuko era la víctima inocente de un malentendido promovido por Netflix, aquí (mal)interpreté que era la propia serie la que intentaba ser algo que no era, por lo que acabé dejándola aparcada.
Pasaron casi dos años hasta que volví a encontrarme con Odd Taxi y, pese a aquella reticencia inicial, me animé a darle una oportunidad después de todo. Me alegro enormemente de que así fuera. Con un ritmo fantástico que engancha desde el primer episodio, incluso sabiendo qué va a pasar, es imposible no seguir mirando para ver cómo encajan todas las piezas. Puede que no todos los personajes estén igual de desarrollados o tengan el mismo interés, pero juntos conforman una apasionante historia digna del mayor respeto. Me resultó especialmente curioso ver como aquel detalle que me hizo apartarme de la serie en un primer momento acaba siendo, para bien o para mal, una parte de la historia y no la mera trampa cutre que me pareció en un primer momento. Una serie, en resumen, formidable y absolutamente recomendable.
La serie fue recortada y (mínimamente) ampliada en forma de película con el título de Odd Taxi: In the Woods. A pesar de que puede resultar tentador decantarse por la película en lugar de ver la única temporada de la serie, debo decir que lo considero una terrible idea que desaconsejo por completo. Aunque incomprensiblemente la película mantiene algunos elementos que eran poco más que mero relleno, recorta brutalmente el que es, de lejos, el mejor episodio del anime, reduciéndolo a su más mínima expresión. Sin desmerecer la película como oportunidad para repasar la serie y volver a ver las miguitas que estaban por el camino, tristemente me parece una edición malograda que empañará la experiencia para quien la use para conocer la historia por primera vez.
Hasta aquí las recomendaciones de hoy.
En cuanto Japón se anime a animar más animes con animales, más.

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🔗 | Publicado: 15:54

3 de marzo de 2024

Klonoa 2

Hace algo menos de un año hablaba por aquí de un juego que acababa de descubrir pero consiguió enamorarme desde el primer momento. Klonoa: Door to Phantomile para PlayStation. Aunque en la misma entrada comentaba que el juego tenía una secuela, decidí que quería hacer durar la experiencia un poco más y dejé este segundo juego aparcado unos meses. Este año finalmente llegó el momento y, una vez jugada la secuela, hoy quiero dedicarle unas palabras a Klonoa 2: Lunatea's Veil para PlayStation 2.
Vaya por delante decir que el listón no podía estar más alto, a lo que se ha sumado la anticipación de esperar más de medio año para jugar. Con estos antecedentes, solo puedo decir que Klonoa 2 no ha cumplido las expectativas. Las ha superado con creces. Magistral ejemplo de cómo hacer una secuela, Klonoa 2 mantiene todo lo que funcionaba en la primera entrega y lo amplía para crear un juego capaz de ofrecer algo nuevo. Unos gráficos impresionantes que exprimen al máximo el salto del la quinta a la sexta generación, unos preciosos niveles cuidados al detalle y unos personajes enormemente carismáticos hacen que esta segunda parte sea la mejor continuación posible para el estupendo juego original.
Cuando a finales de 2022 hablaba del fantástico Tunic, mencionaba de paso que me gustaba jugar a juegos que ya tuvieran unos añitos, fue precisamente ésta la razón que me llevó a descubrir esta franquicia. En los últimos años he podido descubrir muchos otros juegos clásicos, algunos decepcionantes, algunos del montón, e incluso joyas ocultas merecedoras de todo respeto, pero de entre todos esos juegos ninguno ha conseguido cautivarme y crear en mí el sentimiento de veneración que siento por esta preciosa bilogía.

El injusto e incomprensible fracaso comercial de la secuela supondría el final de las aventuras de Klonoa, pero quiso la casualidad, o la previsión de unos programadores que no las tenían todas consigo, que las últimas palabras que Klonoa pronuncia en el juego no solo sean un gran final para el juego, sino que en retrospectiva sirven también como la despedida perfecta para la franquicia, haciendo que esta segunda parte no se limite a ser una nueva oportunidad de ver al bueno de Klonoa, sino que consigue dar incluso más valor a la primera entrega, convirtiendo el conjunto en algo aún más perfecto. No puedo más que considerar esta pareja de juegos como una auténtica obra maestra digna de la mayor admiración y cariño.
Ha querido la mala suerte (y, supongo, la falta de confianza de Bandai Namco en una de sus viejas marcas) que la versión definitiva lanzada en 2022 quede, en algunos aspectos, por debajo del original, por lo que puede que irónicamente el mejor modo de jugar la franquicia sea tirando de emulación (gracias por existir, PCSX2). Algo que quedaba un poco menos claro en el caso del primer juego, donde la versión definitiva es un extraño híbrido del excelente remake para Wii (que funciona perfectamente en Dolphin) con unos pocos elementos recuperados del maravilloso original para PlayStation (que funciona perfectamente en DuckStation), por lo que la mejor versión dependía del gusto de cada uno, pero tristemente menos abierto a debate por lo que respecta a esta segunda parte.

A pesar de todo, por primera vez que yo recuerde y sin que sirva de precedente, tras emular el primer juego decidí tirar de cartera para mostrar mi apoyo por la marca. Una decisión de la que, tras haber jugado a esta soberbia secuela, estoy todavía más orgulloso y, de todo corazón, espero sea imitada por quien sienta el mismo aprecio por esta encantadora obra de arte en forma de videojuego. Es ingenuo pensar que, dos décadas después del juego para PlayStation 2, si Klonoa Phantasy Reverie Series recibe la atención suficiente tal vez podamos volver a ver a Klonoa en una nueva aventura pero, por una vez, creo que vale la pena soñar. Rupurudu!

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🔗 | Publicado: 15:51

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