Han pasado ya varios meses desde
la última entrada que le dediqué a un videojuego, creo que es un buen momento para dedicar unas líneas a algunos de los juegos a los que he jugado desde entonces.
Empiezo con
Tail Concerto. Lanzado a finales de los noventa para PlayStation, aunque solo en Japón, Francia y Estados Unidos, en Tail Concerto nos meteremos en el papel de Waffle un perro-persona policía que, justo cuando está a punto de empezar sus vacaciones, recibe el encargo de acabar con una banda conocida con el nombre de Black Cats que está sembrando el caos en el tranquilo reino de Prairie. Tras detener a un puñado de gatitos en el pueblo de Resaca, la sorpresa de Waffle es mayúscula al descubrir que la banda está liderada por Alicia, una gata-persona amiga de su infancia.
A pesar de su tono infantil y de que su mayor dificultad está en llegar a dominar unos controles que fallan algo más de lo deseable, Tail Concerto es una delicia de juego. Con una ambientación fantástica y unos niveles que saben combinar muy acertadamente los elementos del juego para no hacerse repetitivos, todo ello acompañado con unas escenas animadas bastante adorables, es una experiencia más que recomendable que bien merece una visita.
Por desgracia, la historia se siente incompleta. A lo largo del juego se plantan muchos detalles sobre el mundo de Prairie que prometen mucho pero no se exploran lo suficiente. Muy probablemente esto se deba a que entre los planes del estudio estaba la idea de lanzar un Tail Concerto 2 que jamás llegó a hacerse a causa de las malas ventas del primer juego. Tendrían que pasar más de diez años hasta que el estudio consiguió lanzar otro juego ambientado en el mismo universo,
Solatorobo: Red the Hunter para Nintendo DS, y otra década más hasta la siguiente entrada,
Fuga: Melodies of Steel. Juegos todos ellos que no sé si resuelven estos misterios pero que ya tienen un puesto de honor en mi lista de pendientes.
El siguiente juego en la lista es
Stray. Lanzado en 2022, el mismo año que mi idolatrado
Tunic, acabó ganándole varios de los premios en las categorías que ambos compartieron, lo que, unido a que es un juego protagonizado por un gato, hizo que estuviera muy arriba en la lista de juegos que no quería perderme. Por diferentes razones, no ha sido hasta finales del mes pasado que pude por fin meterme en harina. En este caso el juego sigue a un gato callejero que vive junto a su colonia en una parte deshabitada a las afueras de una ciudad, y la historia comienza cuando por accidente el gato cae al vacío y termina encerrado en una ciudad subterránea, aparentemente desierta, aunque pronto descubriremos que no es así.
Pese a la enorme anticipación (o tal vez por ella), la experiencia me ha resultado un tanto desigual. No puedo negar que algunas partes del juego me han encantado, pero igualmente tampoco puedo negar que no he podido evitar la sensación de que la historia resulta un tanto exagerada, casi como si en los primeros pasos del desarrollo del juego decidiesen que un juego sobre un gato sin más quedaría cutre y la historia necesitaba ser absolutamente épica. Siendo que el juego acabaría siendo considerado uno de los
comfort games del año incluso con una historia que a ratos lucha con uñas y dientes contra ese
comfort, es difícil no preguntarse si el juego no habría recibido aún más cariño con una temática algo más sencilla.
En cualquier caso, como digo, Stray no deja de ser un juego notable. Por descontado, todo alrededor de nuestro gato, desde el modo de moverse por los niveles hasta las interacciones con los elementos, es sobresaliente, resultando imposible no dejarse cautivar por lo inesperadamente divertido de dejar nuestros objetivos de lado un momento para rascar un sofá o saltar a una mesa para tirar las cosas que hay encima. El cuidadísimo diseño de los niveles también es digno de mención, tanto en lo bien que encajan las diferentes partes unas con otras como en lo orgánico que resulta el conjunto a pesar de su linearidad, y no quiero dejar de mencionar los espectaculares efectos de iluminación que hacen que todo se vea genial. Aunque desearía haber podido disfrutar el juego un poco más y lamento ese regusto algo agridulce que ha dejado en mí, sí celebro haber podido disfrutar de todos estos puntos positivos.
Termino la entrada con algo tan corto que más que juego es casi una demo técnica.
Indigo Park: Chapter 1. Lanzado hace apenas unos días, Indigo Park es el millonésimo juego de terror con mascotas que cobran vida para acabar con la nuestra, en este caso en un parque de atracciones abandonado y al que rodea un misterio que nuestro protagonista sin rostro quiere descubrir.
Si bien el juego no aporta demasiado al manido mundo de los corredores oscuros y los
jumpscares, aun así ha recibido muchísimo cariño de la gente que se ha animado a probarlo gracias sobre todo al mapache Rambley, un personaje enormemente carismático que justifica por sí solo dedicar un rato a completar el juego y del que resulta imposible no enamorarse gracias a su adorable personalidad y su sorprendentemente pegadiza canción.
Acabo con el recordatorio de que
Tail Concerto se encuentra descatalogado desde hace décadas y el único modo de jugar es consiguiendo la ISO del juego y tirando de emulador (recomiendo DuckStation). Por su parte,
Stray está disponible para la mayor parte de plataformas, con ofertas habituales
en Steam para la versión de PC. Por último,
Indigo Park está
disponible en Steam de modo gratuito, de momento únicamente con una primera parte que se puede completar en menos de una hora, pero ya con planes para ampliar el juego gracias al masivo apoyo recibido.
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